martes, 28 de mayo de 2013

Los tiempos pictóricos

 
Como ocurre en cualquier otro tipo de actividad, también en la artística existen normalmente variaciones de intensidad derivadas de distintos factores, como son el propio ritmo biológico, las estaciones del año y, por supuesto, los compromisos que se hayan podido adquirir.
Es bien conocido que las actividades que implican componentes significativos de creatividad producen un consumo adicional de energía mental, y por tanto requieren estar seguidas de un descanso proporcional.
No podemos esperar uniformidad en las formas de trabajar de los artistas, por lo general ya de por sí personas más irregulares que quienes cultivan otros sectores laborales. De este modo, desde los de carácter más ordenado, organizados en horarios precisos que se cumplen con el mismo rigor que cualquier otro trabajo por cuenta ajena, hasta los más anárquicos, de raíces bohemias decimonónicas inspiradas en manidos estereotipos o en una interpretación radical de ciertas cualidades como la originalidad, cuando no la genialidaddel artista, caben múltiples formas de repartir los tiempos de dedicación a las actividades pictóricas.

Justo es decir que también la técnica influye en actitudes tan divergentes. Mientras alguna de ellas como el óleo y técnicas mixtas tienen mayores requerimientos en cuanto a tiempo, nosotros los acuarelistas nos podemos permitir mayores dosis de flexibilidad, debido a la propia rapidez con que habitualmente ejecutamos las aguadas. Tal vez algunas excepciones sean la opción hiperrealista, que precisa de mayor dibujo y detalle, como también aquellas que utilizan sistemáticamente una amplia variedad de aposiciones, como collages, grabados, improntas y texturas, que por sí solas ya son motivo de una mayor meticulosidad, aparte de la necesidad de mantener los intervalos de tiempo de secado para los diversos tipos de médiums y pegamentos utilizados.
En otras ocasiones se trata de condicionamientos diferentes, como los derivados de la propia actividadlaboral cuando, como ocurre frecuentemente, no es la artística nuestra actividad principal. Todos sabemos que en ciertos casos se pinta cuando se puede, a veces durante los fines de semana o en períodos vacacionales, cuando existe mayor disponibilidad de tiempo.

Personalmente, reconozco mi natural tendencia a ritmos oscilantes de cierta intensidad, a menudo exagerados por la obligación que se percibe ante una cercana exposición.
Durante algún tiempo mantuve la costumbre de dejar muchas obras a medio hacer, tras las habituales sesiones del natural o en el propio taller, dejando pendiente su finalización para fechas más próximas a las exposiciones para las que estaban concebidas. Con ello perseguía una mayor coherencia en el conjunto de la muestra, al haber estado ejecutada en períodos más estrechos de tiempo.

Este método, provocado por la conveniencia de optimizar mis desplazamientos pictóricos, en especial aquellos más lejanos, posibilitaba disponer de una mayor producción al final del consiguiente viaje, aunque fuera en forma de unas obras inacabadas pero que ya tenían el formato definitivo.
Hoy no me atrevería a recomendar este método de trabajo, principalmente porque aún sin desearlo, se introduce cierta dosis de fraude, un proceso algo forzado que obliga además a disponer del consiguiente soporte documental de cada obra para poderla finalizar con ciertas garantías, ya que habitualmente los detalles se concretan en las últimas fases de su realización.

Otro motivo para no recomendarlo es la propia experiencia, haber sentido cierto malestar a la hora en que tocaba acabar unas obras en las que, a pesar de estar inacabadas, se advertía a menudo una lozanía y frescor que sientes peligrar ante la sesión final artificiosa. Porque creo que todos estaremos bastante de acuerdo en que la emoción suscitada por el natural no es comparable al que es capaz de despertar una fotografía, aunque haya sido previamente mejorada tras una adecuada edición digital.
Sin ningún género de dudas, para las situaciones de movilidad geográfica parece mucho más razonable la utilización de notas de viaje, de las que hay incontables ejemplos entre los artistas de cualquier época, técnica o nivel.
 

Estos bocetos servirán posteriormente de eficaz referencia para la posterior realización de las obras a tamaño definitivo. En tal aspecto, resulta evidente el progreso que supuso la aparición de la fotografía, que facilitó enormemente las cosas a los pintores, y que nos las facilita todavía más en los tiempos actuales gracias a la rapidez con que se ha impuesta la fotografía digital, lo que nos permite disponer de cantidades ingentes de material gráfico que hubieran sido inimaginables en cualquier otra época, con unos costes de revelado mínimos, los que cada uno considere necesario para una situación concreta.
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En el momento actual existe un movimiento ampliamente difundido a lo largo y ancho de la geografía mundial, cuya actividad pictórica se desarrolla a través de los cuadernos, de los que existen una abrumadora variedad, casi podríamos decir tanta como personas cultivan esta modalidad.
 
Y dentro de este movimiento los más dinámicos hn sido quienes han centrado su actividad en los ambientes urbanos, habiendo dado origen a los urbansketchers, por todos conocidos, con una variada oferta de salidas en grupo, que llevan el valor añadido de consolidar al mismo tiempo lazos sociales y de amistad que siempre resultan atractivos para todos aquellos artistas que comparten simplemente una afición o una pasión como es la de pintar acuarelas.

domingo, 5 de mayo de 2013

Artistas, sensibilidad, lo social


Parece que existiría bastante acuerdo en que existen algunos rasgos que podríamos calificar como una cierta predisposición artística que, aun siendo difíciles de identificar con precisión, sugieren algún componente genético, por más que requieran ciertas condiciones ambientales propicias para su manifestación. Como tampoco puede negarse que en otras ocasiones son unas concretas situaciones personales, de apariencia arbitraria, aleatoria, que aparentemente desencadenan vocaciones artísticas en condiciones particularísimas que a veces sorprenden por lo anecdótico.  
Como la mayoría de las actividades humanas, también las artísticas han sido sujeto de estudios científicos sesudos, a cargo de las neurociencias, la biología molecular, estudios funcionales y de neuroimagen, que personalmente siempre me han resultado inquietantes, por un innato recelo a que dichos estudios pudieran ceder ante tentaciones de dominio, de conductismo en sentido utilitarista, llevando a la práctica ideologías de tendencia determinista, que en dichas  circunstancias estarían sancionadas por la autoridad, al estar sustentadas en pruebas. En un estudio de Jean-Pierre Changeux que ha caído en mis manos incluso se llega a analizar el probable fundamento biológico del simple coleccionismo artístico. 

Sin entrar en valoraciones sobre la autenticidad de una base genética, sin haberse llegado a unos grados de conocimiento de la realidad que permitan una manipulación como la antes expresada, parece que sí existiría cierto consenso en la presencia de una cualidad, que solemos describir como sensibilidad. Algo así como una especial receptividad hacia la belleza, análoga a la que aparece cuando el sujeto de valoración es de orden ético en forma de una manifiesta preocupación por el grado de bondad de las acciones humanas. Y en cierto sentido como las que se dan en el plano intelectual, en forma de un movimiento de atracción y de interés hacia el conocimiento, la sana preocupación de alcanzar lo verdadero, la realidad de las cosas.
Del artista y de su elevación se espera justamente una actitud suficientemente desvinculada del poder y de todos aquellos intereses basados simplemente en un utilitarismo inmediato, que se manifestaría por una posición independiente y libre, fruto de una conciencia honesta sensible hacia lo bello y hacia lo bueno. Algo similar se espera también del intelectual y del científico, por el mero hecho de contar con una mente privilegiada.

De tales expectativas surje el impacto que tienen ante el resto de la sociedad las actitudes de los artistas y de los intelectuales, evidentemente proporcionales  a su verdadera talla.
De ahí la multitud de ejemplos que la historia ha dado a través de científicos, pensadores y  artistas, que han sabido permanecer críticos frente a los desmanes del poder, cuando éste se desliza hacia comportamientos despóticos.

En el ámbito artístico es ya tradicional la ayuda prestada hacia colectivos desprotegidos, muy en especial aquellos relacionados con la enfermedad, muy particularmente  ante ciertos tipos de trastornos ante los que la Medicina no consigue dar con soluciones satisfactorias.
Todos conocemos variados tipos de subastas, tantas exposiciones cuyos ingresos económicos son total o parcialmente dedicados a colectivos frágiles, como los que pertenecen al tercer mundo o a las áreas que soportan mayores tasas de desempleo, tantos y tantos proyectos bien distintos entre sí, pero siempre con el común denominador de la solidaridad.

De tal forma se cumple en mayor o menor grado una cierta función social, que parece exigible a quienes están en condiciones de ceder parte de sus energías, de su producción artística, de modo que contribuiría a la bidireccionalidad propia de la justicia. De todas formas, tales actitudes no pueden pretenderse de obligado cumplimiento, ya que siempre debe primar la decisión libre de cada artista, que en demasiados casos y muchos momentos de su vida no  deja de pertenecer también a un grupo vulnerable.
En otras ocasiones se trata de posicionamientos de oposición a determinados proyectos, cuando se perciben comprometidos otros valores que se consideran justos, como ocurre en tantos y tantos desajustes, desequilibrios, cuando no despropósitos, que suelen provocar repercusiones negativas sobre la propia sociedad. Constituye un elemento positivo el cultivo de la sensibilidad social, que nos permite tanto el alivio de los problemas presentes mediante la acción como la prevención de otros futuros mediante la oposición constructiva y pacífica hacia hechos que hacen previsibles más problemas que beneficios.
 
Siempre desde una prudente distancia, siempre desde la objetividad. No cabe duda que ésta será también una forma digna de ser artistas.