miércoles, 19 de febrero de 2014

Aprovechando la tecnología



Todos somos conscientes del creciente impacto que las modernas tecnologías operan sobre nuestros diarios hábitos de vida. La evolución imparable de los ordenadores, provistos de unos procesadores cada vez más rápidos, paralela a la de sus sistemas operativos, posibilitan el uso de programas y aplicaciones que cubren cualquier parcela de nuestra actividad, tanto laboral como de entretenimiento.
Con cierta frecuencia los artistas, en cuanto seres con unos valores diferentes a los meramente prácticos y utilitaristas, a menudo reacios al uso racional de nuestra mente, más proclives a un tipo de pensamiento mítico o mágico, a experiencias próximas a lo esotérico y a cierto grado de transgresión o desvarío, hemos mirado con recelo los progresos tecnológicos, con actitud de desconfianza, pereza o envidia.
También es cierto que en muchas otras ocasiones no ha sido así, especialmente entre los artistas que se dedican al diseño gráfico y a la ilustración, cuyo reconocimiento público es proporcional a su introducción en los medios de comunicación, que siempre han ido a la par de la tecnología audiovisual más puntera, liderada por Apple en el ámbito informático.
En cualquier caso, la avasalladora generalización del ordenador y de los infinitos gadgets que se mueven alrededor de la telecomunicación, pantallas planas  y tablets, han facilitado de un modo absoluto nuestra comunicación actual, con una celeridad que hubiera sido imposible de prever hasta hace muy pocos años.
Aparte del impacto sobre la comunicación directa, también el acceso a internet y a sus fuentes informativas, prácticamente ilimitadas, nos abre un potencial inimaginable de actividades. 
Si nos armamos de suficiente dosis de paciencia, si tiramos acertadamente de los hilos que van apareciendo sucesivamente ante nosotros en nuestro proceso de búsqueda, tendremos acceso a un sinfín de datos, como pueden ser las distintas maneras de entender la pintura -la acuarela en nuestro caso-, de tantos artistas diseminados por todo el mundo. Podemos así observar sus modos de hacer, lo que nos permitirá adoptar aquellos aspectos técnicos de su interpretación pictórica que nos resulten especialmente interesantes. Será más fácil si ya se dispone de cierta experiencia, porque nos permite intuir mejor las dificultades concretas que han debido vencer en cada caso tales artistas.
 
Por mi parte no encuentro ninguna objeción especial que oponer a tales métodos de acceso al conocimiento. Tal vez sí que pueda haberla en caso de limitarse exclusivamente a copiar con el máximo detalle los procedimientos, temáticas y formas de composición que muestren rasgos muy específicos, a los que no se accede sin una excesiva dosis de oportunismo o de impostura.
La disponibilidad total y la rapidez en el intercambio de experiencias, prácticamente inmediata en la actualidad, constituye un progreso revolucionario. La capacidad de colaboración mutua entre artistas de diferentes países, compartiendo disciplinas idénticas o complementarias, son aperturas hacia nuevas posibilidades en el futuro, quizás más apropiadas en los ámbitos del diseño - que permite un mayor trabajo en equipo- que en la producción pictórica propiamente dicha, más individualista y personal.
Formas parecidas de colaboración ya se han llevado a cabo entre otros tipos de artistas, como por ejemplo los músicos, compartiendo programas secuenciadores y ficheros de audio.

Comentario aparte merece el mundo de la edición de imagen, de la que posiblemente muchos de vosotros seáis ya grandes expertos. Como secuela inevitable de la fotografía digital han ido  apareciendo multitud de programas editores, entre los que ya desde sus comienzos destacó el conocido Photoshop. Todos ellos disponen de interminables colecciones de plantillas, listas de parches, filtros, pluggins, etc. que permiten cualquier posibilidad de expresión gráfica.
En mi opinión, todavía no hemos tomado conciencia de las potencialidades que se abren ante  los estudiantes de arte en cuanto al desarrollo de su proceso creativo personal.
 
La simulación de determinados lenguajes, la aplicación de deformaciones buscadas con toda intención, la adición de texturas, así como las infinitas modificaciones cromáticas que tenemos al alcance de un simple clic del ratón, permiten una interminable cadena de propuestas que solamente esperan la suficiente capacidad intelectual para seleccionarlas y cierta eficiencia en la gestión del tiempo, este material tan imponderable como valioso.
Poder guardar fácilmente los resultados parciales convincentes obtenidos a lo largo de cada proceso nos permitirá su posterior consulta, así como reflexionar sobre ellos para consolidar los hitos del camino que hemos recorrido. Todo ello sin ningún consumo de material, soporte ni pigmento, que siempre son costosos. El avance potencial puede ser considerable. Es lógico  que con posterioridad, o previsiblemente de forma simultánea,  habrán de transferirse todas las experiencias y descubrimientos hacia los soportes físicos utilizados habitualmente, con la técnica que juzguemos más apropiada, que en nuestro caso será la acuarela.
Todos los argumentos esgrimidos constituyen poderosos motivos para defender el uso de este arsenal que el progreso ha puesto a nuestro alcance, que si se sabe usar con cierta pericia nos abrirá nuevas puertas a nuevos espacios, tanto en el plano individual como en el colectivo, sin que tenga por qué interferir negativamente en nuestro más íntimo proceso creativo artístico.