martes, 23 de octubre de 2012

¿Qué tiene la acuarela?

¿Qué debe tener la acuarela que suscita como una especie de adicción entre todos aquellos que la practicamos, cuyos sentimientos proyectamos hacia la propia técnica?

No conozco este tipo de vivencia referido a otras técnicas de mayor importancia, como el óleo, el acrílico o las técnicas mixtas. Todas ellas también son capaces de despertar pasiones y adhesiones, pero por lo general se proyectan hacia el hecho mismo de pintar o los propios resultados, sus dificultades, si se han cumplido o no los objetivos de la obra, pero en raras ocasiones sobre la técnica que se ha utilizado.

Aunque no estoy del todo seguro, pienso que esta aparente sobrevaloración que muchos de nosotros sentimos hacia el propio medio tiene un componente defectuoso, al menos desde la óptica intelectual, al supeditar en cierto modo el fin a los medios.

Quizás sea la proverbial dificultad del control del agua sobre el papel, que es real y que se convierte en dificultad añadida a las relativas al propio objeto pintado, lenguaje pictórico, objetivo de la obra, que no diferirían demasiado de las que ofrece cualquier otra técnica.

Pues bien, esta dificultad específica se vuelve insistente, obsesiva, casi una fijación mental que nos produce una cierta distorsión, aquel sesgo que nos hace valorar más el cómo lo hemos hecho que el propio qué.

Debemos reconocer que las transparencias obtenidas con la acuarela son hermosas, como también lo son su suavidad y la delicadeza de sus matices, que aparecen con toda nitidez  en virtud de la propia dilución acuosa de los pigmentos. Sin olvidar al papel subyacente, con su blancor virgen y su relieve, visible en aquellas zonas que hemos decidido reservar.

Con todo, creo que es la imprevisibilidad, que supera cualquier tipo de control del artista más experimentado, lo que añade su mayor encanto a la acuarela.

La sensible interacción con elementos externos tales como las propias condiciones del ambiente, especialmente la temperatura y el grado de humedad, provocan una dosis mayor de suspense e incertidumbre sobre el resultado final, con lo cual entramos en contacto con el factor suerte, situado fuera de nuestro control mental, al que solamente podemos llegar de una forma irracional.

La dependencia de tantos factores externos aconseja que nuestra práctica acuarelística sea los más regular posible, con objeto de reducir al máximo su vulnerabilidad, disponiendo de más recursos en el momento de controlar la obra,  que de este modo será en menor grado el  fruto del azar,  por consiguiente más nuestra.

Con todas estas consideraciones en la mente, cuando revisamos la acuarela que acabamos de pintar y constatamos que se ha conseguido un control razonable, sentimos probablemente un grado de satisfacción superior al que obtienen nuestros colegas que han utilizado otras técnicas. De esta forma, los resultados positivos y la práctica sucesiva van aumentando nuestra propia estima, generando una plenitud muy particular.

Ya por último, si como resultado de los factores antes enunciados  uno llega a la convicción de que toda acuarela es irrepetible, con lo cual estamos reconociendo a la vez su imposible  perfección, nos permite adoptar la mejor de las actitudes posibles para cualquier artista: pintar con la esperanza permanente de acercarnos a lo inalcanzable, nuestra Laura o Beatriz personal. 


Esa espera tensa y gozosa en la seguridad de que, hoy sí, ella va a aparecer ahora radiante, espontánea, fresca, feliz...

domingo, 14 de octubre de 2012

La espera tranquila

La Iniciativa, en 10 preguntas

La proximidad de la Exposición-Simposium Nacional de Ceuta, que acaba de tener lugar, hacía oportuna y viable la presentación de esta iniciativa Acuarela y Acuarelistas en el transcurso de la reunión entre presidentes de las Agrupaciones.

Cambios imprevistos de agenda imposibilitaron dicha presentación, ante lo cual se ha tenido que habilitar un plan alternativo. Se ha optado por la comunicación interna directa entre las agrupaciones de ámbito estatal, hecha desde la propia A.A. Catalunya con la intención de conocer de primera mano la receptividad ante un proyecto que adopta formas más concretas que en sus inicios.

Para quienes habéis tenido la paciencia de seguir este espacio ya conocéis la naturaleza de esta iniciativa o proyecto, al menos en sus líneas básicas.

Pues bien, este plan alternativo se pondrá en marcha esta misma semana, gracias a la actitud del Presidente de la A. A. de Catalunya, Josep A. Espinosa de los Monteros, que lo pondrá en conocimiento del resto de Agrupaciones.

La comunicación por cauces reglamentarios confirma de modo fehaciente la intención de no generar nuevas estructuras, ni siquiera contestar cualquiera de las actualmente existentes, sino que trata de potenciar las posibilidades pedagógicas que albergan en su seno.

El posicionamiento de las distintas agrupaciones frente a esta proposición servirá ante todo para pulsar el estado de opinión y conocer las posibilidades de cada una de ellas ante una eventual puesta en práctica de dicho proyecto. Es obvio que no todas tienen los mismos problemas, ni la misma capacidad, ni idénticas prioridades, porque todas son distintas en función del número de socios y áreas geográficas sobre las que actúan.

Revisando la evolución de toda esta iniciativa, de poco más de cinco meses de vida, me doy cuenta de que su nivel de concreción es cada vez mayor, en contraste con el carácter indefinido y genérico de los planteamientos iniciales. Puedo asegurar que no se trata de estrategia alguna, de ningún tipo de ocultación premeditada, sino la simple expresión de la propia dinámica del proceso.

Proceso que en estos momentos me resulta mucho más fácil de describir en pocas líneas, que podrían ser más o menos éstas:

Con el decidido ánimo de promover de forma eficaz la acuarela, con la esperanza puesta en una mayor penetración en estratos artísticos más jóvenes, en la convicción de que para tal fin  debe estar sustentada en una enseñanza lo más sólida y estructurada posible, se propone la creación de un Curso Básico de Acuarela, que cuente con el apoyo y autoridad del conjunto de agrupaciones.

Con tal objetivo el curso estaría constituido por una serie de temas a cargo de acuarelistas escogidos por las propias agrupaciones y cuyo contenido se utilizará como pauta y guía para el programa didáctico a impartir en el seno de dichas agrupaciones.

Se propone con ánimo renovador y polivalente, lo que en algunos casos puede implicar algún tipo de adaptación, incluso del propio  mobiliario, con vistas a facilitar formas diferentes de pintar, que hasta ahora han estado centradas casi exclusivamente en los convencionales caballetes de estudio.
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Como podéis suponer, ignoro cuál va a ser los posicionamientos que van a adoptar las distintas agrupaciones, aunque se me hace difícil imaginar que no intenten probar un proyecto así, por lo que tiene de estimulante, participativo y enriquecedor.

Debo indicar que aunque no se cumplieran estas previsiones y el proyecto quedara en una calle sin salida, ello no va a suponer en modo alguno el cierre de este espacio, que surgió como simple instrumento de aquel proyecto. El espacio seguiría abierto como uno más entre los múltiples blogs sobre acuarela que pueden visitarse a través de internet.

En algún próximo post se darán a conocer detalles sobre los contenidos de la propuesta y un ejemplo del propio Curso. Entretanto esperaremos con confianza y tranquilidad.

domingo, 7 de octubre de 2012

Localismo y universalidad




Como todos sabéis, esta semana tendrá lugar el XV Simposium y Exposición Nacional en Ceuta,  los próximos 11 al 14 de este mes, organizado por Pedro Orozco Tristán,  Presidente de la Agrupación Ceutí de Acuarelistas, que será sin duda un éxito en todos los sentidos.

Aunque estaba previsto haberse hecho una presentación de este proyecto Acuarelistas en la consiguiente reunión de los Presidentes, ello no será posible por cambios en la agenda del de nuestra Agrupación. Ya se comentará en el próximo post. 


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La Iniciativa, en 10 preguntas

Localismo y universalidad

Cierto componente de complacencia es, por regla general, una de las primeras tentaciones que salen a nuestro encuentro en los inicios de nuestra actividad acuarelística. Es muy humano, y puede que hasta sea un mecanismo subconsciente de defensa que nos permite perseverar pese a que los primeros resultados no sean realmente los previstos.

En algunos casos, en fases más adelantadas aparece otra actitud que es más peligrosa, una tendencia al encastillamiento, siempre contrario a la necesaria apertura, por más que tampoco ésta deba  imponerse de modo indiscriminado.

Como ya se ha dicho en otros momentos, la adopción de determinado lenguaje pictórico ha de hacerse tras su adecuada elección y asimilación personal, sin que ello suponga impermeabilidad total frente a otros lenguajes, ya que el conjunto siempre se enriquece con nuevas aportaciones.

El desconocimiento del exterior se corrige con actitudes receptivas, aunque no acríticas. El contraste con otros modelos siempre es fuente de enriquecimiento cultural y artístico, incluso que lleguen a adoptarse bajo formas de mestizaje, aposición de elementos ajenos, tras su previa valoración.

Evitando las tentaciones excluyentes y tratando de mantener una permeabilidad activa ante nuevas formas y conocimientos, se posibilita la vitalidad de los eventuales encuentros entre acuarelistas, sean de ámbito local, nacional o internacional, constituyendo un buen  método de aprendizaje.

Y para los más reacios a viajar siempre puede ser de gran utilidad la gran multitud de  escaparates ofrecidos ante nuestros ojos a través de internet, así como las recopilaciones publicadas de las exposiciones colectivas de una cierta relevancia.

Como algunos ya sabéis, este espacio no contempla la dimensión internacional de la acuarela más que de forma indirecta, a través de algunos blogs enlazados con el permiso de sus autores, que contienen información en este sentido, en ocasiones muy cualificada, sobre acuarelistas de proyección internacional.

En cambio, lo que nunca dejará de promover es la actitud acogedora, lo más  integradora posible entre las propias Agrupaciones, grandes o pequeñas, sin dejar de lamentar un exceso de segregación, tras el cual a menudo se esconde algún individualismo exagerado o localismos de diversa índole, que al final casi siempre  son empobrecedores.

Para evitarlos hay que superar nuestros intereses más inmediatos, siempre con el espíritu abierto y la mirada crítica. No siempre estamos en tal disposición, todos pasamos  algunos  momentos de indefinición y de inseguridad, pues entre los acuarelistas la fragilidad está más extendida que la arrogancia o un aparente exceso de seguridad.

Cultivarse, tratar con seriedad nuestra actividad artística, superar las dudas y las dificultades nos permitirá el sosiego de espíritu suficiente para encontrar más fácil añadir o suprimir en nuestras obras algún detalle de tipo conceptual o simplemente técnico. 

En tal disposición de ánimo no actuaremos a la defensiva, sino con un talante acogedor, antes autocrítico con nuestro localismo personal que inquisidor con los demás, preparados en la medida de lo posible para la fecundación selectiva y consciente de todos aquellos saberes que nos parezcan creativos y universales.

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lunes, 1 de octubre de 2012

La pregunta incómoda

La Iniciativa, en 10 preguntas

Tal vez sólo se trate de algún complejo arrastrado a lo largo de mi experiencia artística personal, algo así como un tic, que tiendo a hablar con frecuencia de la necesidad de ser consciente de lo que llevamos entre manos mientras pintamos acuarelas.

Han sido largos años de pintar como simple actividad recreativa, algunas veces rutinaria, en los que el inmediato bienestar obtenido con los propios ejercicios, en general al aire libre, aprovechando cualquier ocasión, una simple excursión familiar o bien las propias vacaciones, ya  justificaba por sí mismo la práctica de tales actividades.

Pintar del natural, al aire libre, con la principal preocupación puesta en una resolución aceptable de los problemas lumínicos, ambientales, resultaba casi siempre una experiencia agradable.

No sentía una tensión excesiva, a lo sumo la propia de ciertas dificultades técnicas que se acentúan en algunas fases de la ejecución. Pero en cierto sentido pintaba como caminaba, como hablaba, como respiraba… casi sin darme cuenta.

Imperceptiblemente pensaba en clave figurativa, impresionista o postimpresionista y mis preocupaciones básicas eran la forma, la luz y el color.

Después de todo, mi dedicación a la acuarela era secundaria, no constituía mi actividad profesional y modus vivendi, como muy a menudo ocurre entre los acuarelistas. Es por ello que no sentí una especial zozobra cuando surgieron desde mi interior algunas preguntas, que al principio aparecían de modo esporádico, más tarde con una mayor frecuencia, hasta llegar a ser molestas, casi obsesivas: Qué estás haciendo, cómo lo haces, por qué y para qué lo haces, por qué lo haces así y no de otra manera…

En realidad, todas tenían alguna respuesta relativamente simple, trivial. Si cualquiera de vosotros os las planteáis, posiblemente las responderéis con bastante facilidad.

Sin embargo, entre dichas preguntas, el por qué y el por qué así eran y siguen siendo para mí las más incómodas, las más difíciles de responder, al menos si uno lo intenta hacer con cierto rigor y coherencia.

Sentirse interpelado y responsable de dar una respuesta satisfactoria a esas cuestiones es una forma muy útil para todos aquellos que siguen considerando su práctica como una actividad de tipo recreativo. Tratar de obtener respuestas con una mínima seriedad constituye una tarea muy positiva, aunque para ello debemos soslayar algunas tentaciones como la autocomplacencia fácil o la de un exceso de exigencia, que nos pinta de negro todo el camino que queda por recorrer.

Si uno es lo suficientemente íntegro para no autoengañarse con frases hechas tales como  “porque me apetece”, “porque me divierto”, “porque es la única afición que tengo”, “porque no lo sé hacer de otra forma”, etc, nos acercaremos al buen camino.

Tal posicionamiento lleva casi de inmediato a plantearse cualquier aspecto que pueda ser  modificado, con objeto de obtener mejores resultados y progresar.