Como ocurre en cualquier otro tipo de actividad, también en la artística existen normalmente variaciones de intensidad derivadas de distintos factores, como son el propio ritmo biológico, las estaciones del año y, por supuesto, los compromisos que se hayan podido adquirir.
Es bien conocido que las actividades que implican componentes significativos de creatividad producen un consumo adicional de energía mental, y por tanto requieren estar seguidas de un descanso proporcional.
No podemos esperar uniformidad en las formas de trabajar de los artistas, por lo general ya de por sí personas más irregulares que quienes cultivan otros sectores laborales. De este modo, desde los de carácter más ordenado, organizados en horarios precisos que se cumplen con el mismo rigor que cualquier otro trabajo por cuenta ajena, hasta los más anárquicos, de raíces bohemias decimonónicas inspiradas en manidos estereotipos o en una interpretación radical de ciertas cualidades como la originalidad, cuando no la genialidaddel artista, caben múltiples formas de repartir los tiempos de dedicación a las actividades pictóricas.
Justo es decir que también la técnica influye en actitudes tan divergentes. Mientras alguna de ellas como el óleo y técnicas mixtas tienen mayores requerimientos en cuanto a tiempo, nosotros los acuarelistas nos podemos permitir mayores dosis de flexibilidad, debido a la propia rapidez con que habitualmente ejecutamos las aguadas. Tal vez algunas excepciones sean la opción hiperrealista, que precisa de mayor dibujo y detalle, como también aquellas que utilizan sistemáticamente una amplia variedad de aposiciones, como collages, grabados, improntas y texturas, que por sí solas ya son motivo de una mayor meticulosidad, aparte de la necesidad de mantener los intervalos de tiempo de secado para los diversos tipos de médiums y pegamentos utilizados.
En otras ocasiones se trata de condicionamientos diferentes, como los derivados de la propia actividadlaboral cuando, como ocurre frecuentemente, no es la artística nuestra actividad principal. Todos sabemos que en ciertos casos se pinta cuando se puede, a veces durante los fines de semana o en períodos vacacionales, cuando existe mayor disponibilidad de tiempo.
Personalmente, reconozco mi natural tendencia a ritmos oscilantes de cierta intensidad, a menudo exagerados por la obligación que se percibe ante una cercana exposición.
Durante algún tiempo mantuve la costumbre de dejar muchas obras a medio hacer, tras las habituales sesiones del natural o en el propio taller, dejando pendiente su finalización para fechas más próximas a las exposiciones para las que estaban concebidas. Con ello perseguía una mayor coherencia en el conjunto de la muestra, al haber estado ejecutada en períodos más estrechos de tiempo.
Este método, provocado por la conveniencia de optimizar mis desplazamientos pictóricos, en especial aquellos más lejanos, posibilitaba disponer de una mayor producción al final del consiguiente viaje, aunque fuera en forma de unas obras inacabadas pero que ya tenían el formato definitivo.
Hoy no me atrevería a recomendar este método de trabajo, principalmente porque aún sin desearlo, se introduce cierta dosis de fraude, un proceso algo forzado que obliga además a disponer del consiguiente soporte documental de cada obra para poderla finalizar con ciertas garantías, ya que habitualmente los detalles se concretan en las últimas fases de su realización.
Otro motivo para no recomendarlo es la propia experiencia, haber sentido cierto malestar a la hora en que tocaba acabar unas obras en las que, a pesar de estar inacabadas, se advertía a menudo una lozanía y frescor que sientes peligrar ante la sesión final artificiosa. Porque creo que todos estaremos bastante de acuerdo en que la emoción suscitada por el natural no es comparable al que es capaz de despertar una fotografía, aunque haya sido previamente mejorada tras una adecuada edición digital.
Sin ningún género de dudas, para las situaciones de movilidad geográfica parece mucho más razonable la utilización de notas de viaje, de las que hay incontables ejemplos entre los artistas de cualquier época, técnica o nivel.
Estos bocetos servirán posteriormente de eficaz referencia para
la posterior realización de las obras a tamaño definitivo. En tal aspecto,
resulta evidente el progreso que supuso la aparición de la fotografía, que
facilitó enormemente las cosas a los pintores, y que nos las facilita todavía más
en los tiempos actuales gracias a la rapidez con que se ha impuesta la fotografía digital, lo que nos permite
disponer de cantidades ingentes de material gráfico que hubieran sido inimaginables en
cualquier otra época, con unos costes de revelado mínimos, los que cada uno
considere necesario para una situación concreta.
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En el momento actual existe un movimiento ampliamente difundido a lo largo y ancho de la geografía mundial, cuya actividad pictórica se desarrolla a través de los cuadernos, de los que existen una abrumadora variedad, casi podríamos decir tanta como personas cultivan esta modalidad.
Y dentro de este movimiento los más dinámicos hn sido quienes han centrado su actividad en los ambientes urbanos, habiendo dado origen a los urbansketchers, por todos conocidos, con una variada oferta de salidas en grupo, que llevan el valor añadido de consolidar al mismo tiempo lazos sociales y de amistad que siempre resultan atractivos para todos aquellos artistas que comparten simplemente una afición o una pasión como es la de pintar acuarelas.