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sábado, 29 de enero de 2022
jueves, 17 de julio de 2014
25 años, 75 acuarelistas
En su 25
aniversario como Agrupación, y como preludio a las actividades más específicas
del Symposium Europeo de Acuarela, que como sabéis tendrá lugar la
primera mitad de octubre en Córdoba, uno de los eventos más destacados que ha
organizado la Agrupación de Acuarelistas de Andalucía, es la Exposición Itinerante “25 Años, 75 Acuarelistas”, que acaba de cruzar su
propio ecuador con la muestra que actualmente tiene lugar en la sala
de exposiciones “Gran Capitán” del Excmo. Ayuntamiento de Granada.
Con motivo
de esta exposición se editó un magnifico catálogo en la que están reproducidas
obras de 75 acuarelistas pertenecientes a la Agrupación de Acuarelistas de Andalucía.
Se trata
de una excelente colección de acuarelas, en la que conviven con total armonía
distintas formas de entender la acuarela y que en sí misma constituye la más elocuente constatación del alto nivel adquirido por esta dinámica Agrupación después de
sus primeros 25 años de existencia.
A poco que
se analice el conjunto, dentro de él pueden advertirse infinidad de detalles y de matices, que nos permite ver la
inquietud de los inquietos, la osadía de los osados, la rotundidad de los
rotundos, la decisión de los decididos, así como también el fino esmero de los cuidadosos,
la contención de los más sobrios, el tierno lirismo de los más poetas, la serenidad
de los que la vida ha vuelto serenos…
También se advierte,
como no, una considerable cantidad de ilusión y de trabajo, siempre basados en la positiva experiencia de la paciencia y el tesón. Puede apreciarse la plenitud del color naranja, la seguridad de la geometría o aquella que permite el dominio de la propia gestualidad. Los encuadres diferentes, los grafismos y las texturas, siempre crecientes. Y si se me apura, incluso alguna lágrima, no siempre ligada a aquellas dosis de incertidumbre o de duda, tan connaturales con la acuarela, que nunca deben faltar entre los acuarelistas que se
precien.
Retórica
aparte, como siempre se ha dicho que una imagen vale más que mil palabras, se
muestran a continuación algunos fragmentos y obras de esta exposición
itinerante, que en su conjunto constituye todo un evento mayúsculo dentro del panorama de la Acuarela española.
Pedro Orozco
Antonio José Barrientos
Manuel Blandón
Antonio Hernando
Paco Sánchez
Lucas Prado
Ángeles Millán
Francisco J. Muñoz
Carmen Toro
Manolo Jiménez
Frutos Casado de Lucas
Antonio Luis Cosano
Klaus Hinkel
Camilo Huéscar
José Hernández
Salvador Rodriguez-Bronchu
Lola Montero
Julio Visconti
Carmen Márquez Chari Leiva
Juan Valdivia Inmaculada Santana Antonio Vela
Fernando Rodríguez
Nicolás Angulo
María José Barrera
Elías J. Cañas
Geoffrey Wynne
Nemesio Rubio
Juan Tijeras
Enrique Ochotorena
Julia Hidalgo
Alberto Rafael de Burgos
José Ysmer
Con indudable acierto, la Vocalía de
Granada ha previsto esta exposición con espíritu de exposición “abierta”, organizando
todo un programa de actividades colaterales siempre con el objetivo de promover y difundir la acuarela, bien en la propia sala de
Exposiciones o en sus jardines adyacentes, en forma de Jornadas abiertas de pintura a la acuarela al
aire libre y diversas demostraciones de acuarela en directo a cargo de expertos acuarelistas.
***
Corresponde felicitar a todos los acuarelistas andaluces, que han sabido poner en marcha tanta energía detrás de un programa tan ambicioso como el que supone este Symposium Europeo, que ha sido pretexto y catalizador de dicha movilización. Y también a la comisión organizadora, encabezada por el propio Presidente, Elías J. Cañas.
Desde este espacio deseamos también una larga y fecunda vida para la Agrupación.
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Elías J. Cañas
domingo, 8 de junio de 2014
Conocerla es amarla
Para cumplir lo previsto en anteriores posts, lo que sigue es el contenido de la segunda charla de Priego, referida más explícitamente a la Acuarela.
“CONOCERLA ES AMARLA”
La Acuarela, sus ventajas y
sus inconvenientes
Todos los que cultivan la pintura
a la acuarela suelen ponerse de acuerdo en que se trata de una técnica sencilla y compleja a un tiempo,
que se aprende con facilidad, que permite llenar rápidamente toda la superficie
del papel, generando manchas que se funden entre sí con resultados
sorprendentes.
Una de sus características
primordiales es la frescura y
espontaneidad que desprende, una lozanía alegre y juvenil.
En manos experimentadas su rapidez de ejecución explica que haya
sido siempre un medio excelente para la representación de la naturaleza,
siempre cambiante, así como para realizar
bocetos para obras posteriormente realizadas
al óleo o con otras técnicas.
Dicha rapidez no impide, sino que
provoca una verdadera dificultad en su
ejecución, ya que requiere una buena dosis de experiencia para el manejo de
los tiempos, que permita en cada momento encontrar el papel en situación
adecuada para recibir nuevas manchas o veladuras.
Su fácil extensión por amplias superficies de papel y rapidez de secado permite aplicar capas
sucesivas, veladuras transparentes e inmateriales, que la convierten en técnica
idónea para formas de expresión minimalista.
Una característica singular de la
acuarela es su estrecha interactividad
con ambiente, con las condiciones atmosféricas, temperatura y grado de
humedad, que condicionan los tiempos de secado de modo tal que pueden hacerla
impracticable bajo determinadas circunstancias, lo que le confiere particular
sensibilidad, una mayor naturalidad y
autenticidad.
Otro carácter peculiar es su aparente
irreversibilidad, que le ha valido
esa aureola proverbial de técnica imposible de corregir. Se trata solamente de una
verdad a medias, que es real cuando el pigmento se ha infiltrado en los
entresijos fibrosos del papel, de donde es muy difícil extraerlo. Casi todos sabéis
que es posible una sustracción parcial del pigmento mediante el lavado precoz, que
arrastra el pigmento superficial, que aún no ha penetrado gracias al encolado de
los buenos papeles. (De ello puede observarse la siguiente muestra, extraída de mi último post.
Su aparente irreversibilidad,
junto con su rapidez de ejecución confieren a la acuarela una verdadera dificultad en su ejecución, ya que
requiere una buena dosis de experiencia para el manejo de los tiempos, que
permita en cada momento encontrar el papel en situación adecuada para recibir
nuevas manchas o veladuras.
La imprevisibilidad es uno de los rasgos más definitorios de la
acuarela. Aun en manos expertas siempre flota en el aire un factor aleatorio, suerte
o destino, en parte condicionado por las condiciones atmosféricas y la propia
tensión personal. Esta circunstancia confiere un atractivo singular a cada
sesión de acuarela, una aventura de
final desconocido, que así mantiene el
suspense hasta el momento final.
A pesar de todas estas
características, históricamente ha sido siempre considerada como la hermana pequeña dentro de las técnicas
pictóricas, especialmente desde la óptica de quienes cultivan óleo o técnicas
mixtas, más comprensivos con el pastel, también injustamente relegado en rango.
En el caso de la Acuarela ha
contribuido su soporte, habitualmente papel,
que le da una mayor fragilidad, puesto que de entrada es rompible, siempre sujeto
a plegaduras que dejan huella, contrariamente a lo que ocurre con soportes de
madera o bastidores con telas de lienzo. Además, hasta hace escasas décadas era
difícil pintar formatos grandes, que
ahora ya están a nuestro alcance utilizando papeles de calidad excelente,
dispensados en rollo. En el otro polo, el de los formatos pequeños, siempre
hemos tenido disponibles blocs de múltiples formatos que permiten adaptarse a
cualquier preferencia personal.
Constituye también una ventaja su
solubilidad con agua, que le confiere
gran limpieza y total salubridad medioambiental, al no precisar productos
disolventes que siempre son en mayor o menor grado contaminantes o
perjudiciales para la salud.
Para los profesionales es una
gran ventaja su facilidad de almacenaje,
al no necesitar grandes espacios ni grosor de bastidores que la sustenten.
Colocadas en carpetas se guardan muy bien. Protegidas de la luz no pierden su
color, aún con el paso de largas décadas.
La rapidez de ejecución confiere
al acuarelista profesional una mayor flexibilidad
en cuanto a la programación de exposiciones, excepto en aquellos artistas que
cultivan estilos hiperrealistas, siempre más laboriosos.
Por el contrario, un
inconveniente es la necesidad de
protección, bien sea con cristal o láminas plastificadas o de metacrilato.
Pueden usarse también barnices
transparentes para proteger la pintura, aunque hay que ser precavidos por
distintos motivos. Algunos barnices pueden oxidarse y amarillear con el paso
del tiempo, mientras que otros provocan el pegado involuntario con otras
acuarelas, especialmente si están apretadas dentro de carpetas. No hay que
olvidar que algunos amantes del arte, coleccionistas de acuarelas, se muestran bastante
reticentes ante las acuarelas
barnizadas. Confieso que comparto la sensación de que el barniz pone una
barrera que aleja definitivamente la acuarela, ya inaccesible.
Hablar tanto de las características
de la acuarela no es sino una distorsión
intelectual que no debe pasar inadvertida, sobrevalorar la técnica en sí en
perjuicio del sentido y del lenguaje, elementos más fundamentales en lo artístico.
Conviene no olvidarlo para evitar actitudes de cerrazón, que conviertan unas peculiaridades
técnicas en algo similar a las actividades de un club secreto.
Para resumirlo en pocas palabras:
si un mayor nivel de dificultad provoca
mayor satisfacción ante el progreso y si aceptamos que la acuarela perfecta
es algo prácticamente imposible, ya están sentadas las premisas para una técnica
capaz de convertirse en una auténtica adicción.
MATERIALES
Solamente unos breves comentarios
sobre el utillaje habitual para la técnica acuarelística.
Soporte. Habitualmente es el papel, del que como se ha dicho antes disponemos
múltiples tipos, en blocs, hojas sueltas de diferentes tamaños y en rollo para
grandes formatos. La posibilidad de escoger entre distintos gramajes y texturas
permite elegir selectivamente, según presupuestos
y finalidades. El grosor influye en el
precio y el grado de textura permite escoger el adecuado para trabajos con mayor o menor detalle.
Colores. Podemos escoger entre pinturas en tubo o en pastilla-godet,
así como en la forma líquida, para superficies amplias. Actualmente también existe
la posibilidad de fabricarse la propia pintura a partir de pigmentos
comercializados, o bien comprarla ya hecha, de origen nacional o extranjero, siendo
las más utilizadas las marcas holandesas, inglesas y alemanas, seguidas por las
italianas y francesas e italianas. En cuanto a la amplitud de la paleta de colores puede escogerse entre
una paleta restringida o más amplia, en función de nuestra capacidad o pereza a
la hora de mezclar colores para conseguir nuevos tonos.
Pinceles. Conviene disponer de una colección variada, tanto en
grosor como en forma, con el fin de obtener un registro descriptivo más amplio.
Pueden escogerse entre redondos, planos y los mixtos, denominados en lengua de
gato. Entre pinceles sintéticos y los de pelo natural, los de vientre largo o
los más cortos. La capacidad de retención del agua entre sus pelos es crucial.
Resultan también muy útiles las paletinas,
que permiten amplias manchas, para lo que son de gran utilidad también las esponjas. La influencia de los pinceles
sobre el lenguaje pictórico es fundamental y bien fácil de entender.
TÉCNICA
Algunas palabras más sobre
algunos aspectos técnicos.
Inclinación del tablero. Constituye un tema importante a la hora de
ver los resultados obtenidos, ya que diversos grados de inclinación provocan
diferentes patrones de corrimiento de las aguadas. Cada uno debe buscar su
posición óptima, en función de su modo particular de pintar. En este sentido
resultan útiles los caballetes que permiten abatir totalmente el soporte.
Sujeción y tensado del papel. Es necesario sujetar el papel al
tablero, pudiendo utilizar el simple claveteado con chinchetas, las pinzas
metálicas clásicas, las cintas adhesivas, etc. Por el contrario, la
conveniencia de tensar el papel es un asunto personal. En honor a la verdad hay
que decir que se pinta con mayor placer. Para ello puede doblarse el papel previamente
mojado para fijarlo por detrás del bastidor o tablero, aunque también puede
hacerse con papel adhesivo del utilizado
en enmarcado de cuadros, que permite un buen encolado incluso encima de papel
mojado.
Humedecer el papel. Salvo excepciones, como el frío o la humedad,
resulta muy conveniente humedecer el papel antes de empezar a pintar, ya que de
este modo se elimina parte de la cola más superficial, lo cual permite un mejor
tintado del papel. Es mejor hacerlo después de dibujar, para poder empezar sin más
demora.
Escoger las técnicas en húmedo o en seco. En ambas la forma de
extenderse el pigmento es muy diferente, de bordes concretos cuando se pinta en
seco y de contornos borrosos al hacerlo sobre húmedo. Utilizar de forma simultánea
o alternativa ambos métodos es la clave de la experiencia técnica que debe
adquirirse, para llegar siempre adonde uno quiere. O al menos conseguir mantener
cierto control. Reconocer el diferente comportamiento de las pinceladas y
aguadas que estamos aplicando en función de la posición y del grado de humedad
subyacente son una parte fundamental de dicho control.
Manejar con cuidado los tiempos. Para ello trataremos de evitar por
un igual las pinceladas presurosas que emborronan la acuarela, como las demasiado
tardías, que provocan una sensación de dureza a menudo indeseable. Un cierto
grado de concentración mental facilita estos cometidos.
Otros recursos técnicos. En sintonía con los tiempos actuales, en
que cada vez más acuarelistas utilizan un número creciente de recursos
especiales, convendrá familiarizarse progresivamente con aquellos que nos
resulten más atractivos con vistas a obtener el tipo de resultado que andamos
buscando. Como todos sabéis, existen múltiples y variados recursos, tales como
el rascado, el goteado, la adición de sal u otros productos que modifican la
difusión de los pigmentos o su propio tiempo de secado, generando así texturas
diversas. Puede actuarse sobre el soporte,
con agresiones físicas de distinta índole, en busca de nuevos planteamientos
expresivos o efectos, adherir toda la extensa variedad de collages que se nos ocurra.
Conviene alcanzar la máxima libertad, especialmente si está bien entendida y
justificada, tal vez con una sola recomendación, no traspasar aquella línea
roja que muestra los límites que definen el ámbito acuarelístico. Me estoy
refiriendo, como ya habréis adivinado, a la cualidad fundamental de la
acuarela, la transparencia, que debe estar en todo momento salvaguardada, al
menos en las zonas mayoritarias de la obra pintada.
METODOLOGIA
Cuatro ideas sobre la metodología
más eficaz para profundizar en los secretos de la acuarela.
Plantearse dificultades crecientes. No querer alcanzar metas
imposibles desde los primeros momentos, tanto en cuanto a tamaño como en la complejidad
del dibujo o las dificultades propias de ciertos temas, como puede ser la
figura.
Utilizar pocos pinceles, como máximo tres y del mayor grosor
posible, con el fin de no caer de inmediato en la meticulosidad. Algunos
pinceles para acuarela, como los japoneses, tienen una increíble capacidad de mantener
afilada la punta, lo cual permite resolverlo todo con un único pincel.
Comenzar con pocos colores, incluso sólo uno, para concentrarse mejor
en la dificultad inicial de conseguir un mínimo control sobre el correr del
agua, sin tener que estar pendientes de la solución de otros problemas como
mezclar colores para obtener determinado tonalidad.
Resulta de gran utilidad la
realización de ejercicios descriptivos,
de carácter libre, intentando trabajar del modo más ágil captando las formas
esenciales de distintos temas. Por ejemplo, el estudio de los follajes de
distintos árboles, los reflejos y transparencias de las aguas, la diversa morfología
de las nubes y cielos, las variadas superficies que se observan en los paisajes
que nos rodean, etc. Para desarrollarla capacidad de escoger el tipo de pincel
que más se adapte a cada una de las formas. En las primeras pruebas no es
necesario preocuparse del color, ya que el objetivo es otro, el aprendizaje de la
descripción.
Pintar elementos sueltos que puedan después integrarse en
composiciones complejas, para ir escalando niveles crecientes de dificultad.
Procurar en todo momento ver la obra como un conjunto, pese a que
haya zonas que se pintan antes o se acaban más que otras.
En cualquier caso, siempre ir de
la mancha al detalle. Empezar por aguadas y manchas amplias y claras,
después las de tamaños y tonos medios, dejando para el final los detalles
pequeños y los colores concretos y sobresalientes.
Guardar en la obra la debida proporción entre tamaño,
pincel y trazos. No resulta coherente un formato grande y unos pinceles
delgados, con la excepción de ciertas obras hiperrealistas.
Y un truco que puede ser de
utilidad ante obras con cierta complejidad. Tratar de modular los momentos de distinta dificultad. Reservar zonas que
nos resultan atractivas para momentos en que ya comenzamos a percibir cierto
cansancio, ya que supone un estímulo añadido en todo el proceso.
ACTITUD
Como ya habréis observado, soy reiterativo
en lo referente a la actitud interior del artista, que es la que analiza,
escoge y resuelve las cuestiones planteadas.
Por estos motivos recalco la
necesidad de concienciarse del
lenguaje empleado en cada fase de nuestra evolución pictórica.
Aprovechar todos los momentos de duda que se nos puedan plantear
para convertirlos en la ocasión propicias para buscar soluciones.
Sentirse receptivos ante las pinturas ajenas. Dejarse influir
conscientemente por aquellas que juzguemos interesantes, haciéndolo siempre de
modo crítico, tras una previa reflexión, no de forma automática, para no
generar malos hábitos.
Aceptar deportivamente las capacidades ajenas, aprendiendo a
competir con decisión y valor, pero sin excesiva ansia, prejuicios ni envidias.
Alegrarse cuando nos encontramos ante obras excelentes de otros artistas y
cultivar la humildad ante las nuestras. No suele ser agradable la actitud presuntuosa de quienes parecen no
entender otras formas de pintar que la suya.
Es del todo legítimo buscar la originalidad, necesaria para encontrar
la propia personalidad, un estilo propio. Para que sea productiva deben
utilizarse métodos adecuados.
-ampliar la formación que nos dará un mayor margen de maniobra entre
las distintas opciones que nos podamos proponer.
-hacerlo con seriedad para no caer en la superficialidad y en lo anecdótico.
-con toda la sinceridad posible, para que la sucesiva evolución de nuestros
posicionamientos sea lo más auténtica posible.
-indagar en nuestra propia identidad, que es donde se halla la
clave de dicha originalidad, puesto que no hay nada más irrepetible y original
que cada ser humano individual.
-trabajar con objetividad y honestidad, intentando no
caer en las propias trampas que a veces nos preparamos inconscientemente.
Aceptar nuestras limitaciones, juzgando sin apasionamiento nuestras
capacidades, pensando que gran parte de ellas resultan superables. Si quiero,
puedo.
Impregnarse del ambiente, dejarse cautivar por la luz, atmósfera y
colorido de cada motivo, de tal manera que sintamos siempre cada obra como algo
nuevo.
Aprender a contemplar con emoción, a captar el sentido estético y artístico
del motivo que se haya escogido. Tratar de identificar aquellos sentimientos que intuimos, aquellas dificultades
que nos desconciertan, traduciéndolos en palabras, formas y colores.
Tratar de aplicar la sabiduría humana que hayamos podido alcanzar a lo largo
de nuestra vida, tratando siempre de ser más. Aprender a ser agradecido, a compartir el
saber y a promover el cultivo de la acuarela, que es capaz de regalarnos tan
gratos momentos.
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Ventajas e inconvenientes
sábado, 10 de mayo de 2014
Sobre cursos, encuentros y clases magistrales
Desde hace algún tiempo vengo
observando una proliferación creciente de encuentros, cursos, jornadas, fines
de semana, simposios, etc. todos ellos centrados en la acuarela, promovidos
tanto desde los ambientes propios de las agrupaciones o sus inmediaciones como
de múltiples iniciativas personales de algunos acuarelistas, en general los más
expertos, inquietos y dinámicos, que son los capaces de movilizar las voluntades de otros muchos practicantes de la acuarela, siempre ávidos de alcanzar
nuevos conocimientos y vivir nuevas experiencias.
Son tantos proyectos y tan diferentes entre
sí que no pueden obedecer a una estrategia única, aunque todos tengan como
denominador común el interés por el aprendizaje de tal técnica artística.
En la mayor parte de convocatorias institucionales hechas desde las propias Agrupaciones se trata
simplemente de dar cumplimiento a uno de los objetivos que todas ellas comparten, escritos en sus estatutos, como es la promoción de la acuarela entre
los socios y personas afines.
En el caso de las iniciativas
meramente individuales, no es sino una nueva forma más, muy noble por cierto,
de intentar obtener del ejercicio profesional algún tipo de beneficio, también económico,
especialmente en unos tiempos de enfriamiento de la actividad ligada a galerías
y exposiciones, dado el notable descenso en las ventas de cuadros.
Tales iniciativas son siempre
dignas de alabanza, porque enseñar siempre ha sido y será algo hermoso. Siempre son de agradecer las dosis de altruismo y de generosidad que todas ellas contienen, en mayor o menor grado.
Dichas actividades llevan consigo una capacidad de influencia que constituye un valor añadido al proceso
pedagógico. Ello es así porque los receptores quizás adoptarán algunos de los
modos de hacer de quien les dirige, con lo cual se expande en mayor o menor
intensidad la resonancia del docente, tanto en lo concerniente a su
modelo estético y lenguaje como en la subsiguiente popularidad. Con razón se ha
dicho que “no existen maestros mientras
no existan seguidores”. Ni que decir tiene que nada hay de reprochable en
tales dinámicas, siempre que no se utilice la presión ni la imposición,
limitándose a simples proposiciones desde la libertad.
Al buscar informaciones sobre
acuarela a través de Internet, se constata la presencia de una cada vez más
larga lista de acuarelistas expertos, que ofrecen cursos de iniciación o de
carácter más avanzado, tanto a nivel nacional como internacional, en algún caso con una regularidad y variedad tal
de escenarios -incluso intercontinentales-, que sugiere la existencia de una
organización subyacente profesionalizada, capaz de ofrecer soluciones a todo
tipo de problemas, también los de carácter logístico, como alojamiento o transporte. Es el caso de ciertos acuarelistas de renombre mediático, que
siguen el modelo de los grandes artistas del rock, con sus Tours y giras internacionales.
En otras ocasiones se realizan
actividades con un fuerte componente de espectáculo, como así ocurre en algunas colaboraciones
entre acuarelistas que pintan de forma simultánea una misma obra, en general de
gran formato. Son auténticos performances,
demostrando una pasmosa compenetración y sin ninguna duda, grandes dosis de
experiencia pictórica. Con ello se cumplen con creces nuevos objetivos, de
carácter lúdico y de entretenimiento.
***
Al analizar con más profundidad y
rigor tales modos de pintar, concretamente los realizados en el transcurso de
aquellas sesiones que se ha venido en denominar de modo genérico como masterclass, se advierten algunos
planteamientos con componentes espurios, exhibicionistas y efectistas, que en
cierta manera resultan necesarios para conseguir unos resultados que sean
vistosos, lo que obliga a cierta
astucia, artificio o sobreactuación, rasgos que no pueden ser considerados como
deseables para una creación sincera y mínimamente seria.
De igual modo que ocurre con
otras parcelas de nuestra conducta, la repetición de unos determinados tipos de
actos conduce inevitablemente a unas actitudes. También en el terreno
pictórico. Tengo la impresión de que las formas de actividad artística antes
descritas tienden a producir, quizás inconscientemente, unos rasgos
estilísticos que pueden marcar de modo indeleble la producción espontánea del
artista, aquella que realiza en el silencio de su estudio, con toda la
concentración mental y la libertad propia de quien no se siente observado.
Esta opinión no contradice el
hecho de que en ciertos casos concretos puedan producirse verdaderos beneficios
con tal tipo de influencias.
Con todo, mantengo una cierta reserva y considero que dichas
experiencias no están exentas de peligros potenciales. Porque en ellas se
sobrevaloran todo tipo de recurso fácil, el trazo grueso y desenfadado, una forma
de arrogancia permisiva que exalta la espontaneidad, que no tiene por qué ser
necesariamente siempre acertada, a la vez que se muestra indulgente con
cualquier defecto constructivo, de pincelación o de la armonía.
Sean, pues, bienvenidos toda
clase de Cursos, Encuentros, Jornadas y Simposios, así como también toda clase
de demostraciones prácticas de los llamados expertos. Sin ninguna duda, van a
servir de acicate a todos aquellos compañeros recién iniciados y también a todos cuantos sientan necesidad de avanzar en su práctica acuarelista.
Aprendamos de ellos todos los
elementos positivos que seamos capaces de encontrar, hasta el propio método de conseguir
con regularidad unos resultados aceptables. Pero no dejemos de permanecer alerta
ante aquellos riesgos potenciales que se han insinuado, principalmente para
aquellos artistas que realizan dichas actividades con una cierta frecuencia.
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jueves, 1 de mayo de 2014
¿Qué hace una persona como tú en un sitio como este?
Siguiendo las previsiones del último post, éste es el contenido del primer tema que se desarrolló en las Jornadas de Acuarela de Priego. Tal vez fuera mejor haber fragmentado el texto, pero de este modo es más completo.
“¿QUÉ HACE UNA PERSONA COMO TÚ EN UN SITIO COMO ÉSTE?”
¿Por qué pinto, por qué pinto esto, por qué pinto esto así?
¿POR QUÉ PINTO?
Ésta es la primera gran pregunta que debería hacerse todo artista y que demasiadas
veces ni nos la llegamos a plantear nunca. La respuesta a esa pregunta nos puede
aclarar bastantes cosas y anticipar algunas otras.
A pesar de su incomodidad, os invito amablemente no solamente
a que os la hagáis, sino también a que tratéis de responderla, no necesariamente
de forma incmediata.
Conviene hacerlo sin prisas ni ansiedad, con calma y
serenidad, puesto que no siempre será fácil la respuesta.
También sin miedo, ya que siempre estaremos a tiempo de modificar la
posición y si es necesario matizarla tras aportar nuevos elementos de juicio. Casi
todo es modificable, incluso al
hablar de una técnica como la acuarela, que desde siempre se ha asociado con la
dificultad o imposibilidad de corregir errores, que como ya sabéis los más
expertos, no es del todo cierto.
Como es lógico, convendrá hacerla
con toda la sinceridad posible y con
la máxima seriedad, evitando
respuestas triviales, como puedan ser “porque me apetecía”, “porque lo pasamos
bien”, “porque es la única afición que tengo”, etc.
Evitando la tentación de la superficialidad, que nos suele mover a cierta condescendencia,
a menudo útil para resistir contratiempos iniciales. También un exceso de rigorismo que supone plantear el dilema
como una cuestión trascendental, de vida o muerte, con tensión difícil de mantener
durante mucho tiempo.
Si al pensar sobre el tema surge
la percepción de que el deseo de pintar obedece a verdadera necesidad interior, os podéis considerar privilegiados.
Otras veces puede ser menos
radical, quizá solamente la percepción de tener una evidente aptitud estética y plástica, facilidad
para el dibujo, combinar colores, etc. Tal sentimiento tampoco es poca cosa, especialmente en los
tiempos actuales, poco proclives a la lírica.
Constatar vivencias positivas durante el ejercicio de la actividad pictórica
o más aun, a la vista de los resultados obtenidos, constituyen indicios
favorables. En este punto debemos desligar
aquellos aspectos que tienen que ver con la simple sociabilidad o afinidad hacia el grupo con el que se pinta.
Otras veces será el hecho
objetivo de haber cursado estudios
artísticos, tal vez universitarios, lo que supone haber adquirido ya una
profesionalidad, la más reglamentaria posible, en cuyo caso únicamente cabe
plantearse la pregunta a modo de confirmación, actualización.
“A quien
pinta algo le pasa”. Desconozco de quien fue la ocurrencia, que no es sino caricatura
de una realidad, que la actividad artística siempre ha sido siempre una dedicación
algo especial, llena de misterio. Tal observación está apoyada por los rasgos y
comportamientos personales de los artistas más famosos, casi siempre poco
convencionales. Como la actitud que ha dado pie a la expresión pintar por amor al arte, que alguna
realidad debe contener.
La tendencia a la originalidad o
hacia las actitudes excéntricas, no
dejan de ser un simple cliché adjudicado a los artistas, por lo que no parece tratarse
de una condición necesaria. Con seguridad resulta más decisiva la inquietud, el ánimo creativo, cierta
revisión permanente de la realidad, tendencia a la novedad, que no ha de ser forzosamente transgresora.
***
Una vez percatados de que tenemos
motivos razonables para pintar,
siempre estamos en condiciones de acrecentarlos, desarrollando nuevas capacidades,
lo que puede obtenerse de diversas formas:
-con la lectura o el estudio de temas relacionados con el arte.
-con la simple observación, como pueden ser visitas a museos y exposiciones
de arte.
-ejercitando conscientemente la búsqueda de los colores, tratar de descubrirlos
en cualquier momento, sea cual sea el lugar que contemplamos, los verdes del
parque, la arena de una playa o el interior de un edificio, etc.
-cultivando inquietudes abiertas a la novedad, planteándose dificultades progresivas y retos nuevos,
bien sea en cuanto a temas cultivados, tamaños, colores de nuestra paleta, etc.
-cultivando otras artes, como pueden ser la fotografía, el cine, la literatura,
la música, etc. que no dejan de tener muchos puntos en común con la
pintura.
¿POR QUÉ PINTO ESTO?
También es conveniente plantearse
los motivos por los que pintamos unos temas y no otros.
En primer lugar tendemos a pintar
las cosas que vemos, las que tenemos alrededor
nuestro, que tienen la ventaja de sernos más conocidas y familiares, con las
que inevitablemente se acaba estableciendo vínculos emocionales.
También podemos pintar todo aquello que nos gusta, lo que nos
permite experimentar ya un cierto goce durante el propio proceso pictórico. O lo
que nos conmueve, lo que nos
despierta emociones diversas, como pueden ser la nostalgia, la ternura, el
amor. Y como contraposición, también lo que es capaz de producirnos alguna
perturbación, ira, rabia, etc.
Otras veces puede ser aquellos
temas que gustan más a nuestros familiares
y amigos, con lo que obtenemos su aprobación, siempre gratificante, como también
un mayor o menor grado de éxito social,
que permite ser compartido con los demás.
A nivel profesional podríamos
añadir lo que se vende mejor. Es bien
conocida aquella frase que sirve para distinguir a los auténticos artistas, que
venden lo que pintan, de los que no lo son, que pintan lo que venden. Aunque tampoco
sea necesario adoptar actitudes tan radicales como las de un amigo que si vendía
con facilidad alguno de los temas que pintaba, procuraba no pintarlos más, porque
entendía que algo nocivo debían contener dichas obras. Y se trata de un gran acuarelista catalán.
La repetición continua de obras o temáticas muy similares no suele ser
enriquecedora, salvo de forma transitoria durante la fase de formación y
estudio mediante ejercicios.
En principio, es recomendable una
diversificación progresiva en cuanto
a temas. De tal modo se alcanza una experiencia más amplia y mayor dominio de
las gamas cromáticas, que siempre serán más distintas entre una marina y un paisaje que entre dos
interiores, por ejemplo.
También es verdad que resulta
útil cierto grado de especialización,
o dicho de otra manera, una razonable repetición de temáticas parecidas entre
sí, porque supone cierta profundización en el tratamiento técnico, valorado
como un signo de profesionalidad. Tal ocurre en las series, como suelen cultivar habitualmente numerosos artistas de
primera línea.
Siempre es deseable observar una
cierta coherencia en los planteamientos
de cada artista, de modo que puedan compatibilizarse variedad de obras con
cierto rigor intelectual.
En general se espera que la obra
de un artista serio muestre algún signo de evolución
estética, bien sea por temática,
lenguaje, tratamiento técnico, evolución que suele constar de una fase inicial ascendente y otra final decadente, de inclinaciones
distintas para cada artista.
Si al valorar el conjunto de la
obra de un artista, se consiguen reconocer
épocas o rasgos de la propia trayectoria existencial
personal, a través de huellas que imperceptiblemente se van dejando, podremos concluir
que el trabajo ha sido plenamente satisfactorio.
¿POR QUÉ PINTO ESTO ASÍ?
Esta pregunta tiene una estrecha relación
con la anterior, formando un tándem crucial para nuestros futuros pasos artísticos.
A nivel personal es la pregunta
que me atrae más, por los múltiples
interrogantes que es capaz de suscitar al observador externo. Nada me gustaría tanto
como ser capaz de construir un test
que permitiera la aproximación objetiva al misterio escondido en la mente de
cada individuo, en virtud del cual responde a la provocación pictórica con uno
u otro lenguaje. No por ningún deseo de controlar a nadie, sino simplemente ayudar
a encontrarse con lo auténtico.
Para que pueda darse una efectiva
elección libre entre diferentes formas de pintar se necesita disponer de un determinado
nivel de conocimientos, al que se
puede acceder de múltiples formas, bien
a través de libros, conversaciones con otros artistas u cualquier otro método
que nos permita enfrentarnos a diferentes opciones.
En cierto modo podríamos decir
que se pinta como se es, con todas
nuestras mejores virtudes y con aquellos defectos que podamos tener. Si se
pinta con naturalidad, aun sin pretenderlo, se verán reflejados en nuestra
pintura rasgos de nuestro carácter, talante, temperamento, desde el equilibrio hasta
nuestra propia inestabilidad. En tal sentido es posible que algún tipo de test
psicológico pueda ayudar a encaminarnos hacia una respuesta acertada o
aproximada.
Para ello habría de indagarse con
todo respeto nuestras preferencias
personales alrededor de temas contrapuestos, como algunos de los que se plantean
a continuación:
Figuración vs no figuración.
Necesidad de descripción vs sentido y concepto.
Predilección por las formas concretas o por las ideas abstractas.
Prioridad de lo objetivo o de lo subjetivo.
Preocupación por la forma o por la emoción.
Alta resolución descriptiva, detallismo o
síntesis.
Sensualidad o moderación.
Corporeidad vs inmaterialidad.
Opción por la línea o por la mancha.
Formas geométricas o formas biológicas.
Preocupación por el volumen o por la superficie plana.
Opción lumínica o no lumínica,
de menor contraste.
Opción colorista o no colorista, más agrisada.
Preferencia por el equilibrio o por la tensión.
Preferencia de la armonía o de la
disarmonía.
Afinidad por lo proporcionado o por la
deformidad.
Respeto por el canon clásico y punto áureo o ruptura
con ellos.
Conformismo o transgresión.
Regularidad en el trazo vs
gestualidad.
Previsibilidad vs sorpresa y aleatoriedad.
Regularidad temática vs polimorfismo
justificado.
Opción por el paisaje exterior o por la introspección.
En función de los resultados
obtenidos podrían anticiparse los lenguajes plásticos adecuados para cada
artista, su ismo personal. Posiciones
próximas a la abstracción, al realismo, hiperrealismo, luminismo, impresionismo,
expresionismo, minimalismo, etc.
Entretanto, mientras no se
consiga un test predictivo eficaz, nos conformaremos con practicar el antiguo
consejo: Nosce te ipsum, conócete a ti mismo. Sin desasosiego ni obsesión.
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