sábado, 1 de septiembre de 2012

Lo personal y lo colectivo

La Iniciativa, en 10 preguntas

Lo personal y lo colectivo


Defiendo compatibilizar una sana competitividad personal basada en la propia singularidad personal, una mezcla equilibrada de conocimientos, facultades técnicas, sentido estético y acierto en los temas cultivados, con el más escrupuloso respeto a todos los compañeros acuarelistas, en la convicción de ser buscadores de lo imposible, la acuarela perfecta.

Mostrar un sincero agradecimiento al patrimonio educativo acuarelístico generado por cuantos nos han precedido en el tiempo, así como al de tantos artistas contemporáneos nuestros que en estos precisos momentos siguen trabajando a lo largo y ancho del país, aceptando con absoluto realismo y naturalidad que el todo es siempre superior a las partes.

Considero que este tipo de actitud facilita la motivación y la actividad en nuestra práctica diaria, el seguir siempre abiertos a su perfeccionamiento, tratando de no descuidar tampoco algunos ingredientes de altruismo y solidaridad hacia quienes recorren caminos parecidos, con el ánimo dispuesto a cooperar.

Creo que debemos tratar de ser lo más exigentes posible con nosotros mismos a la hora de distinguir entre nuestros legítimos personalismos y las conveniencias generales como colectivo acuarelista.

Saber defender la unidad en lo más fundamental nos permitirá ser más flexibles con los demás, evitando desavenencias innecesarias que demasiado a menudo se convierten en divergencias, nuevas formas  de sectarismo, desunión, que casi siempre conllevan la ineficacia en la consecución de objetivos de más alcance.

No debemos en ningún momento perder de vista que cuanto sea  beneficioso para la acuarela, más bien temprano que tarde redundará positivamente sobre nuestra propia actividad personal.

A mayor unidad y solidez, mayor compañerismo, mayor respeto, mayor poder de atracción, mayor participación y mayores posibilidades de expansión.

Estas reflexiones pretenden una inmunización frente a los riesgos de división debida al exceso de personalismo y a los distintos tipos de particularismo, geográfico, temperamental, ideológico o de simple expresión artística, que demasiadas veces anidan en nuestro interior y en el de nuestras propias agrupaciones.

Si es necesario, seamos generosos a la hora de ceder o renunciar a aquellos  aspectos secundarios que dificulten acciones comunes, siempre que no resulten comprometidos aquellos más básicos que conforman nuestra propia dignidad e identidad  artística.

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